En el que nuestras sonrisas aplasten a nuestros fantasmas.
Llegará un día en el que el amor inunde nuestros corazones. En el que la luz encenderá las sombras.
Llegará un día en el que escucharemos nuestra respiración… tranquila.
En el que los miedos quedarán dilapidados bajo las piedras.
Llegará un día en que cuando miremos a Guzmán solo veamos a un niño sano y feliz.
Llegará un día en el que la vida será lo único presente en el cuerpo de nuestro hijo.
En el que nos descubriremos disfrutando del aquí y del ahora sin tener el resquicio en la cabeza de que lo hacemos por temer al mañana.
Llegará un día en que cuando miremos a Guzmán solo veamos a un niño sano y feliz.
Llegará un día en el que la vida será lo único presente en el cuerpo de nuestro hijo.
En el que nos descubriremos disfrutando del aquí y del ahora sin tener el resquicio en la cabeza de que lo hacemos por temer al mañana.
Llegará un día en el que hablaremos en pasado “mi hijo tuvo leucemia”, y en el que ganaremos en presente “lo hemos superado”.
Llegará un día en el que dejaremos de visitar el hospital cada semana.
En el que no nos agobiaremos por no darle la quimio diaria. En el que la única medicina de todos los días serán los besos que nos demos los cuatro.
Llegará un día en que miremos a Martina, a Guzmán y a nosotros mismos y nos sintamos normales, y excepcionales por serlo de nuevo.
En el que hablaremos de que no hay metas imposibles.
En el que no nos agobiaremos por no darle la quimio diaria. En el que la única medicina de todos los días serán los besos que nos demos los cuatro.
Llegará un día en que miremos a Martina, a Guzmán y a nosotros mismos y nos sintamos normales, y excepcionales por serlo de nuevo.
En el que hablaremos de que no hay metas imposibles.
En el que no tendremos que deconstruir los días malos en posts buenos.
Llegará un día en el que miraremos atrás y veremos a todo nuestro ejército apoyándonos, gritando y llorando de alegría por haber derrotado al enemigo que parecía no caer nunca.
Llegará un día en el que no tendremos nada malo a lo que mandar a la porra.
Llegará un día en el que miraremos a la leucemia de Guzmán y le diremos “te lo dije”.
Y ese día llegó... Exactamente ayer.
Se acabó el tratamiento. Se acabó la quimio. Llegamos. Y Eva y yo caímos al suelo de rodillas, nos hicimos un ovillo, exhalamos el último aire de esta (in)terminable carrera y nos empezamos a sentir rodeados, ahí, en el suelo, de vuestro abrazo continuo e incondicional.
Llegará un día en el que miraremos atrás y veremos a todo nuestro ejército apoyándonos, gritando y llorando de alegría por haber derrotado al enemigo que parecía no caer nunca.
Llegará un día en el que no tendremos nada malo a lo que mandar a la porra.
Llegará un día en el que miraremos a la leucemia de Guzmán y le diremos “te lo dije”.
Y ese día llegó... Exactamente ayer.
Se acabó el tratamiento. Se acabó la quimio. Llegamos. Y Eva y yo caímos al suelo de rodillas, nos hicimos un ovillo, exhalamos el último aire de esta (in)terminable carrera y nos empezamos a sentir rodeados, ahí, en el suelo, de vuestro abrazo continuo e incondicional.
Gracias. Gracias. Gracias. Cien mil veces Gracias.
(La semana que viene nos hacen el aspirado de médula para confirmar lo que ya sabemos: que está limpia)
(La semana que viene nos hacen el aspirado de médula para confirmar lo que ya sabemos: que está limpia)