miércoles, 18 de abril de 2012

Montaña rusa

Volvimos finalmente el sábado de viaje y al llegar a casa fuimos conscientes de la tensión. Y soltamos, y soltamos, y soltamos. La rutina de lo conocido alrededor empezó a darnos seguridad el domingo como a un niño pequeño y descansó nuestra mente. El lunes volví a trabajar y me di cuenta de lo poco vacaciones que habían sido las vacaciones. El martes fuimos al control con bastante miedo en el cuerpo y los neutrófilos estaban arriba y nosotros acompañándolos allí en el cielo. Cuando los niños se durmieron, la tensión se cayó a la suela de los zapatos. Y hoy Guzmán se ha despertado con fiebre y hemos pasado el día en esa incómoda franja entre los 38,4 y los 37,6… uffff…

Con cosas así entiendo por qué al subir a las montañas rusas haya un cartel que pone: “Atención, no subir si sufre de alguna cardiopatía”.

En fin, esperemos que mañana toque esa parte de buen rollo que también tienen las montañas rusas. Besos a todos.

viernes, 13 de abril de 2012

Mi árbol de los problemas

Desde el momento en el que colgué la entrada del otro día, todo ha sido sensiblemente más sencillo. Los ojos de Guzmán con el antibiótico han ido mejorando, no hemos tenido que volver a Madrid porque no ha tenido febrícula y las sospechas de acabar en negativo estas vacaciones a las que les quedan tres días se van esfumando. Eso sí, el culete lo seguimos teniendo encogido de tanto susto a la vez. Seguramente hasta el martes que viene en el que pasará su control y veamos su analítica nos mantendremos ahí.

Esta claro que no todo se ha debido a escribir mi hartura el otro día, pero sin duda también ha ayudado. Por todo el apoyo que me habéis dado en 48 horas, por la energía positiva que seguro habéis mandado muchos y también por mi comunión con mis tripas.

De vez en cuando hay que encontrarse de nuevo con los miedos de uno y hablar directamente con ellos, para entenderlos, comprenderlos y aceptarlos. Y sólo así es cuando deciden, no se sabe muy bien cómo y por dónde, empezar a irse.

Esto me ha recordado un cuento que hacía tiempo no leía. En cierta medida este blog lleva siendo este año y medio, mi particular olivo centenario para centrarme en el ahora.

Gracias a todos. Muchas gracias.

El árbol de los problemas.

Había contratado un carpintero para ayudarme a reparar mi vieja granja. Él acababa de finalizar su primer día de trabajo que había sido muy duro. Su sierra eléctrica se había estropeado lo que le había hecho perder mucho tiempo y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar.

Mientras lo llevaba a su casa, permaneció en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Nos dirigíamos a la puerta de su casa y se detuvo brevemente frente a un precioso olivo centenario. Tocó el tronco con ambas manos.

Al entrar en su casa, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara sonreía plenamente. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. La energía había cambiado completamente. Posteriormente me acompañó hasta el coche.

Cuando pasamos cerca del olivo, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo visto cuando entramos.

- Ese es mi árbol de los problemas, – contestó
- Sé que no puedo evitar tener problemas durante el día como hoy en el trabajo por ejemplo, pero no quiero traer estos problemas a mi casa. Así que cuando llego aquí por la noche cuelgo mis problemas en el árbol. Luego a la mañana cuando salgo de mi casa los recojo otra vez.
- Lo curioso es, – dijo sonriendo – que cuando salgo a la mañana a recoger los problemas del árbol, ni remotamente encuentro tantos como los que recuerdo haber dejado la noche anterior.  
Maestro: si te centras en el ahora desaparecen todos los problemas.

Fuente: autor desconocido

miércoles, 11 de abril de 2012

Estoy harto.


(Siento mucho esta entrada para todos aquellos que os acercáis a este rincón para ver la cara positiva de una historia así. Hay días como hoy en los que resulta complicado verle una cara positiva a algo. Hubo una época al principio de este camino –parece que han pasado lustros desde que pasó- en la que yo decía que días así también son necesarios para vaciarse y llenar el depósito.)

Estoy harto de tener que aguantar. Estoy harto de querer siempre positivarlo todo. Estoy harto de querer salir de vacaciones un día antes de la Semana Santa y no poder hacerlo porque al niño le suba la fiebre. Estoy harto de estar con el corazón en vilo porque tenga unas décimas, por la puta febrícula de mierda y mucho más por los malditos 38º. Estoy harto de no poder estar de vacaciones y sólo pensar en que necesito unas vacaciones. Estoy harto de tener que hacernos una analítica de control cada vez que salimos una semana fuera y que lo primero que tengamos que preguntar en nuestro destino es dónde hay un hospital con oncología para hacer una analítica de control al martes siguiente. Estoy harto de no poder estar bien para mi niñita mayor. Estoy harto de que la gente piense de que debo de estar bien para los demás. Estoy harto de estar siempre bien y buscarle la cara positiva a todo. Estoy harto de hacer de bastón y sentirme sin piernas. Estoy harto de que hayamos sido tan testarudos de querer salir de vacaciones. Estoy harto de necesitar vacaciones por sentirme agotado. Estoy harto de que Guzmán tenga los ojos como tomates por una conjuntivitis de mierda desde hace tres días. Estoy harto de que nos hayan dicho en la analítica que está neutropénico perdido. Estoy harto de que me afecte que a mi pareja también le afecte. Estoy harto de no estar ahí para Eva, de que mi paciencia sea cada vez menor. Estoy harto de que Guzmán no soporte que le echemos gotas en los ojos. Estoy harto de no soportar verle sufrir lo más mínimo. Estoy harto de querer llorar cada vez que le veo llorar. Estoy harto de tener que volver mañana a Madrid a mitad de lo que iban a ser nuestras vacaciones desde hace milenios con la sensación de no haber estado fuera de casa ni un día completo y con la medio sospecha de que lo que empezaba en vacaciones pueda terminar en ingreso. Estoy harto de haber perdido aquella sensación de lo que era desconectar para conectar con esas otras cosas. Estoy harto de ser un papá de un niño con cancer. Estoy harto de tener que alegrarme porque tengamos la suerte de que Guzmán no haya recaído, o no necesite un transplante. Estoy harto de tener que pensar que no nos queda nada, que esto ya está, cuando no está. Estoy harto de esconder el miedo a la recaída, a la pérdida, a la muerte de mi hijo. Estoy harto. Harto y cansado.

(No tuve valor de publicar esta entrada ayer cuando la escribí tarde en la noche. Por suerte el niño ha despertado un poco mejor, al menos espero que las sospechas de ingreso no sean ciertas y que hoy no tenga decimas)

miércoles, 4 de abril de 2012

Me gusta pensar

Me gusta pensar en imposibles. Y me gusta pensar que son posibles.
Me gusta pensar en que existe una conexión mágica por encima de todos que abre círculos y los va cerrando a su antojo.
Me gusta pensar en la sonrisa de Eva, en la risa de Martina y en la carcajada de Guzmán.
Me gusta pensar en que somos buenos por naturaleza. En que la vida hay que vivirla a lo ancho y no a lo largo.
Me gusta pensar en mis amigos. En los que convierten una cerveza y una charla en una inmersión a un océano increíble.
Me gusta pensar en que yo también puedo hacer bien a otros.
Me gusta pensar en anuncios. En olores, en sabores, en colores…
Me gusta pensar en un músico que el fin de semana pasado tocaba el Valls de Amélie con un acordeón en la Plaza del 2 de Mayo.
Me gusta pensar en proyectos. En ideas que pueden poner cimientos para construir algo mejor alrededor. Me gusta pensar en gente que lo hace todos los días.
Me gusta pensar en minúsculas. Minúsculas que son esdrújulas y que son capaces de mover el universo un par de grados. Los suficientes para cambiar su rumbo. caléndula, príncipe, transatlántico, júpiter, acústica, oxígeno…
Me gusta pensar qué quiero ser de mayor. Me gusta pensar en Eva siendo maestra. Me gusta pensar en sus alumnos mirándola ahí, de pie, a su MAESTRA, con MAYUSCULAS.
Me gusta pensar en leerme estas vacaciones el cuarto volumen de Juego de Tronos.
Me gusta pensar en que algún día muchas de las que hoy conocemos como enfermedades malignas, no tendrán el menor significado.
Pero por encima de todo, me gusta pensar en Guzmán curado al final de este camino, sin nada más que pensar.

Feliz Semana Santa a todos. Y pensad sólo en lo que os gusta.