lunes, 7 de marzo de 2011

Estado anímico en tres actos musicales

1.- Ayer



2.- Hoy



3.- Mañana

1 comentario:

  1. La música nos identifica, nos ayuda, nos alegra o nos entristece, y tiene un poder irremediable para cambiarnos el animo.
    En mi adolescencia, cuando estaba muy triste me encerraba en mi habitación llorando a escuchar a oscuras la Sonata "claro de luna" de Beethoven. Una vez que la escuche simplemente porque me apetecía me inspiró para escribir una poesia. Siento el pesimismo con el que me expresé, creo que fue a los 17 años. Se entiende mejor escuchando la sonata a la vez.

    SONATA CLARO DE LUNA

    Una melodía de piano.
    Una estaca de cristal helado
    Se clava en mi corazón
    Acompañando a las notas agudas.
    Una extraña fuerza
    Atrae a mi consciente
    Incitándole a recordar
    Y a sufrir por cosas pasadas.
    Por cosas perdidas.

    Sucede entonces,
    Que la melodía se sumerge,
    Sin desaparecer,
    Y suben al poder las notas agudas
    Provocandome escalofríos.

    Comienza de nuevo.
    Mi alma, excitada, se tranquiliza
    Y comienza a latir mi corazón
    Al ritmo de la melodía inicial
    Sintiendo que el corazón se me abre
    Y se queda helado por ondas invisibles.

    De pronto, asciendo por una escalera
    De peldaños rectangulares y blancos.
    Vuelvo a subir por la misma escalera
    Una vez y otra. Sin desplazarme.
    Y una nota aguda,
    Me enumera cada una de las cinco veces
    Que he subido; y al terminar de ascender
    Comienzo a descender rápidamente
    Y llego más debajo de donde había comenzado.
    Como si intentara cinco veces subir al cielo
    Y al no conseguirlo, bajar rodando,
    Cada peldaño, hasta llegar al infierno.
    Y mientras esto ocurre
    Las notas agudas lo van relatando,
    Sin olvidarse de cada uno de los golpes recibidos.

    Vuelve a comenzar la melodía,
    Que va curando cada una de mis heridas
    Y describen las notas agudas
    Los gritos de dolor al desinfectarlas.
    Comienza a coserlas para cerrarlas.
    Una suave caricia me tranquiliza.
    Me alivia el dolor, como si jamás
    Hubiesen existido.

    Se despide Luna dulcemente,
    Y cada paso con el que se aleja se va marcando.
    La contemplo cada noche.
    Admirándola llena de felicidad
    Y respetando su oscuridad.

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