A los 3 años, a mi hijo Guzmán le fue diagnosticada una leucemia linfoblástica aguda. Solo le ocurre a 3 niños de cada 100.000, más del 80% sale adelante. En Noviembre del 2012 Guzmán dejó de recibir la última quimio.
Este blog fué un motor de ilusión, esperanza y fe con el que todos los que le rodeamos proyectamos y visualizamos el final de este camino en positivo.
Hay una energía positiva que movemos entre todos. Solo hay que creer en ella.
La música nos identifica, nos ayuda, nos alegra o nos entristece, y tiene un poder irremediable para cambiarnos el animo. En mi adolescencia, cuando estaba muy triste me encerraba en mi habitación llorando a escuchar a oscuras la Sonata "claro de luna" de Beethoven. Una vez que la escuche simplemente porque me apetecía me inspiró para escribir una poesia. Siento el pesimismo con el que me expresé, creo que fue a los 17 años. Se entiende mejor escuchando la sonata a la vez.
SONATA CLARO DE LUNA
Una melodía de piano. Una estaca de cristal helado Se clava en mi corazón Acompañando a las notas agudas. Una extraña fuerza Atrae a mi consciente Incitándole a recordar Y a sufrir por cosas pasadas. Por cosas perdidas.
Sucede entonces, Que la melodía se sumerge, Sin desaparecer, Y suben al poder las notas agudas Provocandome escalofríos.
Comienza de nuevo. Mi alma, excitada, se tranquiliza Y comienza a latir mi corazón Al ritmo de la melodía inicial Sintiendo que el corazón se me abre Y se queda helado por ondas invisibles.
De pronto, asciendo por una escalera De peldaños rectangulares y blancos. Vuelvo a subir por la misma escalera Una vez y otra. Sin desplazarme. Y una nota aguda, Me enumera cada una de las cinco veces Que he subido; y al terminar de ascender Comienzo a descender rápidamente Y llego más debajo de donde había comenzado. Como si intentara cinco veces subir al cielo Y al no conseguirlo, bajar rodando, Cada peldaño, hasta llegar al infierno. Y mientras esto ocurre Las notas agudas lo van relatando, Sin olvidarse de cada uno de los golpes recibidos.
Vuelve a comenzar la melodía, Que va curando cada una de mis heridas Y describen las notas agudas Los gritos de dolor al desinfectarlas. Comienza a coserlas para cerrarlas. Una suave caricia me tranquiliza. Me alivia el dolor, como si jamás Hubiesen existido.
Se despide Luna dulcemente, Y cada paso con el que se aleja se va marcando. La contemplo cada noche. Admirándola llena de felicidad Y respetando su oscuridad.
La música nos identifica, nos ayuda, nos alegra o nos entristece, y tiene un poder irremediable para cambiarnos el animo.
ResponderEliminarEn mi adolescencia, cuando estaba muy triste me encerraba en mi habitación llorando a escuchar a oscuras la Sonata "claro de luna" de Beethoven. Una vez que la escuche simplemente porque me apetecía me inspiró para escribir una poesia. Siento el pesimismo con el que me expresé, creo que fue a los 17 años. Se entiende mejor escuchando la sonata a la vez.
SONATA CLARO DE LUNA
Una melodía de piano.
Una estaca de cristal helado
Se clava en mi corazón
Acompañando a las notas agudas.
Una extraña fuerza
Atrae a mi consciente
Incitándole a recordar
Y a sufrir por cosas pasadas.
Por cosas perdidas.
Sucede entonces,
Que la melodía se sumerge,
Sin desaparecer,
Y suben al poder las notas agudas
Provocandome escalofríos.
Comienza de nuevo.
Mi alma, excitada, se tranquiliza
Y comienza a latir mi corazón
Al ritmo de la melodía inicial
Sintiendo que el corazón se me abre
Y se queda helado por ondas invisibles.
De pronto, asciendo por una escalera
De peldaños rectangulares y blancos.
Vuelvo a subir por la misma escalera
Una vez y otra. Sin desplazarme.
Y una nota aguda,
Me enumera cada una de las cinco veces
Que he subido; y al terminar de ascender
Comienzo a descender rápidamente
Y llego más debajo de donde había comenzado.
Como si intentara cinco veces subir al cielo
Y al no conseguirlo, bajar rodando,
Cada peldaño, hasta llegar al infierno.
Y mientras esto ocurre
Las notas agudas lo van relatando,
Sin olvidarse de cada uno de los golpes recibidos.
Vuelve a comenzar la melodía,
Que va curando cada una de mis heridas
Y describen las notas agudas
Los gritos de dolor al desinfectarlas.
Comienza a coserlas para cerrarlas.
Una suave caricia me tranquiliza.
Me alivia el dolor, como si jamás
Hubiesen existido.
Se despide Luna dulcemente,
Y cada paso con el que se aleja se va marcando.
La contemplo cada noche.
Admirándola llena de felicidad
Y respetando su oscuridad.